sábado, 14 de agosto de 2010

Los ojos del perro Siberiano. Antonio Santa Ana




“En una ocasión oí comentar a un cliente habitual en la librería de mi padre que pocas cosas marcan tanto a un lector como el primer libro que realmente llega a su corazón. Aquellas primeras imágenes, el eco de esas palabras que creemos haber dejado atrás, nos acompañan toda la vida y esculpen un palacio en nuestra memoria que, tarde o temprano –no importa cuántos libros leamos, cuántos mundos descubramos, cuánto aprendamos u olvidemos-, vamos a regresar” Zafón, La Sombra del Viento.


Leyendo esta frase inevitablemente me acorde de mi primer libro, ese que le pedí con gran entusiasmo a mi papá y que devoré en tan sólo dos horas: “Los ojos del perro siberiano”. Aquella hermosa historia quedará atrapada en mi corazón, pasarán los años y siempre recordaré el primer suspiro derramado luego de leer semejante obra. Muchos son los sentimientos que devienen conscientes al acordarme de él, mucho es el valor, el cariño que le di al libro. Hoy no lo tengo conmigo, se lo regale a un amigo (me costo hacerlo, pero supe que no tenía que comprárselo, sino darle el mío, con todo lo que significaba). Ahora, al recordarlo, pienso en que tendría que reponerlo en mi biblioteca…

Conozcan un poco del libro:

Es terrible darse cuenta de que uno tiene algo cuando lo está perdiendo.
Eso es lo que me pasó a mí con mi hermano.
Mi hermano hubiese cumplido ayer 31 años, pero murió hace 5.
Se había ido de casa a los 18, yo tenía 5 años. Mi familia nunca le perdonó ninguna de las dos cosas, ni que se haya ido, ni que se haya muerto.
Esto, si no fuera terrible, hasta sería gracioso.
Pero no lo es, lamentablemente.
Perdonen si este párrafo es confuso. Quiero contar toda la historia esta noche.
Mañana me voy.
Tal vez si logro repasar mi historia en voz alta, aunque sea una vez, me sienta más liviano en el momento de tomar el avión.
Pero no sé si podré.

Durante los años que vivimos juntos yo admiraba a Ezequiel, él era mi héroe, era grande, fuerte, todos le prestaban atención cuando hablaba.
Lo trataban como a alguien importante. Como a un adulto.
No sabía entonces, y por cierto que no lo sé ahora, cuáles son los mecanismos que mueven la mente de los niños. Pero supongo que sentí que al no estar mi hermano en mi casa automáticamente toda esa atención caería en mí. Eso de algún modo fue cierto, no como yo lo esperaba, pero sucedió.
Al no estar Ezequiel en casa, yo gané un gran espacio pero no por presencia propia sino por su ausencia.
Mis padres pensaban que ya que se habían equivocado con mi hermano, no cometerían esos mismos errores conmigo.

5 comentarios:

Daniel Godoy dijo...

Suena muy bueno :) lo buscara nadamas termine los 4 que me faltan y te dire que opino :D esta genial tu blog :)

Cele dijo...

Daniel Gracias por el halago!!!!!! Que libros estás leyendo?
Besos!!!!!

Romina dijo...

Hola, como estas ???
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rominadiazs@hotmail.com

Angelo García dijo...

Hola! Me alegra mucho que tengan una pag del libro, les cuento no es mi primer libro pero si uno de los mas importantes; mi historia con respecto a este libro es algo increible porque un dia lo agarre, lo encontre en algun lugar de mi casa(no recuerdo cual fue) y lo termine leyendo por casualidad, y a sido uno de los mejores libros que me he leidoo! espero que despues de montarse en el avion haya sido feliz... Espero que salga una segunda parte u otra historia tan genial como esta! Mis mejores deseos para su escritor Antonio Santa Ana.

Anónimo dijo...

Lo eh leido y es el mejor libro , es una gran historia emocienante.Esta muy bueno